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lunes, 16 de julio de 2018

“TODA CICATRIZ TIENE SU HISTORIA”

Escrito por la Profra. Irma Beltrán Sáinz En nuestro cuerpo toda cicatriz por pequeña que resulte tiene una razón, una respuesta, su historia. Nos hemos llenado de miedo y pretendemos ocultar las marcas visibles que las cicatrices van dejando al paso del tiempo.

Nuestra sonrisa forzada es la primera cicatriz que mostramos, y cuando actuamos como autómatas, nos olvidamos de hacer empatía con esas personas que no fueron culpables de esta historia de vida que estamos escribiendo. Esquivamos la mirada de aquellos que esperan una o mil respuestas nuestras, nos vamos desplazando de forma cotidiana, y poco a poco, ya nada nos sorprende; dejamos de admirar las maravillas propias de la vida, y con un poco menos que esto, nos vamos llenando de cicatrices más visibles. Una cicatriz que no sangra es la que más historias esconde, es la que más tarda en sanar, y es la que deja marcas que no logran ser cubiertas con el amor presente, con la felicidad ni los sueños conquistados. Somos portadores de cicatrices ocultas, esas que llegan por distintas circunstancias, las que taladran, lastiman y que anidan un poco más allá, ahí donde se encuentra un corazón dolido.
Se les llama también cicatrices del alma porque causan tristeza, frustración, hastío y enfado… Esas que, difícilmente cicatrizan y no se curan ni salen del cuerpo. Toda cicatriz tiene una historia, unas narran las hazañas y conquistas que nos tienen de pie en esta vida.
Otras, son parecidas a las evidencias que deja un tornado a su pasó y que arrasó con pedazos de la piel, sin mostrar piedad alguna. Hay cicatrices de felicidad, esas que no duelen, sino mas bien, son las que cuentan la historia de la procreación humana, aquellas cicatrices que desfiguran el cuerpo y sin embargo, embellecen el alma y pone a flor de piel los sentimientos. Las que más dolor nos causan, son las cicatrices del corazón, esas, que han sido inspiración de increíbles historias de desamor, soledad, abandono y sentimientos encontrados, esas que cuando nacen, duelen y se refugian entre lágrimas, se abandonan al sentimiento y se ponen en contra de toda pasión. Escribir una historia de las cicatrices del cuerpo, mente, alma, vida y corazón, es como abrir la caja de Pandora, y dejar al descubierto todo lo que es mejor ocultar, es como querer tapar el sol con un dedo, y decir “Soy perfecto”. “Las cicatrices son las mejores pruebas de que nada es para siempre”. Y que siempre estarán allí para que escribamos las historias que nos harán recordar cómo es que aparecieron en nuestro cuerpo, y lo mejor de todo, como es que hemos podido vivir, y superar las experiencias compartidas que las originaron.

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