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miércoles, 24 de octubre de 2012
sábado, 13 de octubre de 2012
El lado informal
Además
de lo formal en la organización de una institución, como lo es su organigrama,
los manuales de funciones y procedimientos y su normatividad, existe un
conjunto de reglas no escritas y relaciones interpersonales, muchas veces no conocidas,
que intervienen en las decisiones corporativas.
Por
Jorge A. Vale Sánchez*
Hemos
dicho que uno de los factores fundamentales para el buen funcionamiento de las
organizaciones es el referido a las relaciones intergrupales. De este factor
depende una parte importante de la consecución de las metas y misiones
institucionales. Así, cualquier decisión que recaiga sobre la movilidad del
organigrama del personal suele suscitar inquietud y, a veces, suspicacia.
¿Cuántas veces nos hemos visto sorprendidos por el nombramiento, dentro de la
organización, de alguien que, a nuestro juicio, peca de ser poco eficiente en
su trabajo? ¿Cuántas veces nos hemos visto sorprendidos al contar con un plan
de desarrollo organizacional, fuertemente respaldado y consistente, que ha
resultado imposible poner en práctica? ¿Cómo cerrar la brecha entre la teoría y
la práctica?
Muchas
de estas preguntas encuentran alguna explicación cuando hablamos del lado
oculto o informal en la administración de una institución. Es común, sobre todo
en el cambio de una administración, que se tenga a los mejores hombres y
mujeres para ocupar los puestos directivos de primer nivel y, sin embargo, al
pasar los meses los resultados sean contrarios a las expectativas. Constatamos
así que poseer grados académicos de alto nivel, o bien experiencia en el
terreno directivo en una empresa privada, o simplemente contar con una actitud
y una alta disposición para el desempeño eficiente y efectivo, no bastan.
Además
de lo formal en la organización de una institución, como lo es su organigrama,
los manuales de funciones y procedimientos y su normatividad, existe un
conjunto de reglas no escritas y relaciones interpersonales, muchas veces no
conocidas, que intervienen en las decisiones corporativas. Estas actividades y
disposiciones importantes, que permanecen sin identificarse y que no se
discuten en las mesas de decisiones, conforman el lado oculto e informal de la
administración organizacional. Las reglas y relaciones dentro del lado
informal, algunas veces, no son conocidas por quien dirige a un determinado
grupo o bien a la organización. Pero muchas de estas reglas informales
debilitan la integración de grupos, el seguimiento de programas estratégicos de
desarrollo, violentan la organización interna y desvían el rumbo y la misión
institucional.
Para
ejemplificar, supongamos a un director con amplio conocimiento de la
institución, con bastante antigüedad y de un excelente trato con sus
colaboradores. Tal director realiza gran parte de su trabajo fuera de la
oficina atendiendo actividades correspondientes a su rol y dichas actividades
siempre coinciden en viernes por la tarde. Delega en sus subordinados todas sus
actividades y rara vez responde a alguna pregunta sobre información relacionada
con su área de trabajo si no está acompañado de un subordinado. Los indicadores
de eficiencia de la dependencia dirigida por él son bajos y siempre la culpa la
tienen los operadores del sistema de que se trate. La vida social de este
directivo es muy conocida, como también son conocidas sus relaciones amorosas
con miembros de su personal, su afición a fiestas de oficina, a las comidas
para organizar el trabajo y atender cualquier viaje para el que tenga
invitación.
Por otro
lado pensemos en un subdirector que permanece en la oficina entre doce o
dieciséis horas diarias; trabaja los fines de semana, siempre está involucrado
en el trabajo grupal de su dependencia y de otras. Tiene poco trato con los
demás compañeros de trabajo y se le critica por subir y bajar a la oficina del
presidente corporativo.
Este
ejemplo ficticio nos deja ver grandes diferencias en los estilos de trabajo
entre el director y el subdirector; el primero sobresale por su trabajo
“aparentemente” formal y el segundo por su experiencia en el lado oscuro o informal
de las reglas institucionales.
Los dos
conviven en las mismas oficinas y colaboran para el mismo proyecto. Al mismo
tiempo, el ejemplo muestra dos facetas de cómo puede “cumplirse” con un encargo
directivo atendiendo a los elementos formales e informales siempre presentes en
la vida institucional.
El
manejo del lado informal de la organización – que no por ser informal es
siempre malo- ha permitido la permanencia de personas que aun con poca
eficiencia en su trabajo permanecen en el plano directivo por muchos años,
junto a otros que, con total conocimiento del lado formal y también por su
trabajo eficiente, de igual manera integran la misma organización.
El
primer paso para aprovechar lo bueno del lado informal y combatir lo malo es el
reconocimiento de esta importante variable organizacional.
Antes de
poner en práctica nuestros planes y estrategias de desarrollo no olvidemos
reconocer el lado informal en nuestras instituciones para evitar que esas
reglas no escritas sigan sin ser conocidas y lograr que sean un tema en las
mesas de discusión. Si así lo hacemos, seguramente la toma de decisiones se
hará sobre bases reales que ayuden a la buena marcha de la organización.
*Maestro
en Ciencias
Matemáticas
Aplicadas
MEDIOS Y
SOLUCIONES ESTRATEGICAS
PARA LA
EMPRESA
martes, 2 de octubre de 2012
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