Hemos dicho en este mismo espacio, en varias colaboraciones, que no
debe sorprendernos la similitud que puede encontrarse entre la vida cotidiana y
la organización institucional: no es un secreto por descubrir que el mismo
hombre que se levanta y realiza acciones domesticas es también el que ocupa una
responsabilidad en una organización de la que depende el desarrollo de acciones
que repercuten en todo el grupo. Así, es fácil trasladar estados de ánimo y
maneras de ver y entender la vida al momento de desempeñar y tomar decisiones
en una tarea institucional.
No es raro que haya días en
nuestra vida que los apreciemos como caóticos, considerando que todo sale mal
desde el primer minuto en que abrimos los ojos, tenemos incluso, para esas
ocasiones, una frase que resume ese estado de animo: “me levante con el pie
izquierdo”. Al decir esto atribuimos al azar o a la mala suerte los resultados
de actividades cotidianas. Sin embargo, la actitud con la que enfrentamos un
día cualquiera depende en mucho de la capacidad para organizarnos, planificar
actividades y concretar las acciones que
dan el rumbo deseado a nuestra vida. Es común utilizar el ejemplo de la
visión del vaso “medio lleno o medio vacío” para apuntar esta actitud positiva
o negativa que podemos tener, según sea el caso. Tampoco es un secreto advertir
que de esta visión y actitud depende que un día normal se vuelva
extraordinariamente positivo y alcancemos la efectividad en nuestro quehacer
cotidiano. Y como lo dijimos al inicio de esta nota: de igual forma ocurre en
las organizaciones públicas, cuyos equipos de trabajo se constituyen por hombre
de carne y hueso.
Actuar con una mentalidad de abundancia, en la que se considera que hay
suficiente para todos, es decir que podemos establecer decisiones conjuntas en
el que todos los participantes salgan con beneficios, nos lleva a establecer
necesariamente un modelo mental para la toma de decisiones de la forma
ganador-ganador. Es decir, nos lleva a un modelo en el que todos los
participantes obtienen y promueven el éxito para todos. Esta mentalidad de
abundancia la podemos visualizar fácilmente como un juego en el cual la suma de
resultados de todos los jugadores nos da un número positivo. Pensar de tal manera
nos permite reconocer posibilidades ilimitadas para la interacción y el
desarrollo evolutivo de las personas y por tanto de las organizaciones. Otra
característica de esta forma de pensar es su relación con el pensamiento
creativo y su capacidad para proyectar el gozo y la felicidad de desarrollar
las actividades personales y de conjunto. Esta forma de pensar y de actuar en
la vida, llevada a la actividad organizacional, trae resultados sobresalientes,
pues de forma inmediata disminuye los principales hábitos perniciosos que
debilitan el trabajo corporativo, como son el abuso de la competencia, el
trabajo aislado, el juego de territorios, el hábito de reaccionar, entre otros.
Una actitud positiva producto de una mentalidad de abundancia promueve
la colaboración y aprovecha al máximo el deseo nato de competir, impulsando la
proactividad, es decir la participación propositiva con visión de futuro. Sobre
todo, permite también una visión sistémica
de la división del trabajo, dentro de la cual la suma del trabajo de los
equipos o sectores permite construir la misión institucional.
Esta actitud proactiva nos permite poner mayor atención a lo relevante
en vez de caer en la tentación de atender únicamente lo urgente. Es decir,
damos prioridad a la preparación y capacitación, a la prevención, la
identificación y clarificación de nuestros principios y valores, la
planificación participativa, la construcción de relaciones productivas e
incluso el disfrute del tiempo para la recreación, haciendo a un lado la fácil
tentación de atender únicamente los problemas cuando éstos llegan a tomar el
carácter de crisis. Así, se evita caer en el trabajo bajo presión, la llegada
de fechas de vencimiento, las interrupciones y visitas inesperadas, las
llamadas telefónicas innecesarias, la correspondencia publicitaria y hasta
algunas actividades de “escape”.
La mentalidad de abundancia y por tanto
la actitud proactiva, permiten
con mayor facilidad el establecimiento de modelos de administración
participativa de grupos con un liderazgo democrático. De esta forma es más
fácil “levantarse con el pie derecho” para enfrentar el trabajo cotidiano, lo
que permite alcanzar el éxito institucional habiendo logrado el éxito
individual de cada uno de los participantes en el equipo.
*valemarcortes@gmail.com
director general de
MEDIOS Y SOLUCIONES
ESTRATEGICAS PARA
LA EMPRESA.
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