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miércoles, 3 de agosto de 2011

Un Angel llamado Jackie Evancho

Por. Salvador Castro Iglesias
Correo electrónico: salcasis@yahoo.com.mx

Ayer por la tarde me di tiempo para tomar un breve descanso, prendí el televisor y en uno de los canales estaban transmitiendo un concurso de talentos (obvio en EUA), y aparece un pequeña niña de solo 10 años, con los clásicos rulos rubios, blanca como la nieve y una cara angelical.

Lo interesante de esto es que en cuanto la niña se para en el escenario algo sucede, comienza a cantar y todos, desde los jurados, el público que asistió en vivo al evento y el que esto escribe nos quedamos casi mudos escuchando una hermosa voz que en verdad no parecía corresponder a una niña de 10 años.

Que voz caray, les juro que me emocioné hasta las lágrimas, hacía tiempo que no sentía una emoción tan grande (y eso que soy afecto a la música de ópera), las notas salían de su pequeña garganta, llenaban el espacio y penetraban muy adentro de mi ser.

Los jurados se quedaron atónitos y a decir de ellos mismos, nunca en sus vidas habían escuchado tal prodigio.

¿A qué viene esto?, ya terminada su actuación y al ir a dormir, recordé a mi difunta Abuela materna que tenía una voz privilegiada y a mi corta edad, yo estaba seguro que Dios hablaba a través de ella.

No sé honestamente como describir esa sensación, pero durante mi vida, he sentido que Dios en verdad es genial y nos envía pruebas muy seguido (que tristemente no siempre escuchamos), diciéndonos con ello que solo somos una mota de polvo (algunos dicen que estrellas) en este enorme Universo en el cual estamos posados los seres humanos.

Esa muestra de ayer me hace ratificar hoy, que a pesar de haber cometido errores durante mi vida, nunca es tarde para corregirlos y volver a comenzar tratando de ser una mejor persona, y que si es cierto que al morir vamos al cielo (o como se llame), espero fervientemente escuchar la voz de Dios deseando sea como la de esa chica.

Tal vez pueda sonar cursi lo que escribo, pero considero que todos los seres humanos tenemos el don de maravillarnos por pequeñas cosas, mismas que al paso del tiempo hemos ido abandonando en aras de lo material y que cuando alguien se detiene a verlas es considerado como soñador, loco o fuera de lugar.

También debo aclarar que no soy devoto ni ferviente asiduo a ninguna iglesia por razones personales, pero con el paso de los años, he ido creyendo cada día más en Dios, así como en su contraparte que pareciera día a día ir cobrando más fuerza en estos aciagos momentos de la humanidad.

No quisiera volver a escribir en este artículo sobre todos los males que nos aquejan y mucho menos enumerarlos, ya que solo basta encender el televisor o leer los diarios para verlos en todo su esplendor.

Pero si quiero dejar constancia de que en la medida que todos las personas hagamos un alto en el camino y podamos deleitarnos con eventos como el que al inicio de esto escribo.

Cada día que pasa decido ser parte de ese grupo de locos que todavía creen en la magia de las cosas simples porque creo que solo así podré contribuir un poco con la sanación de esta humanidad perdida en las cosas materiales y con tan poco respeto por sus semejantes y Dios.

Nos leemos más adelante …

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