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lunes, 19 de septiembre de 2016

Ese breve espacio de tiempo


Por: Salvador Castro Iglesias
Correo electrónico: salcasis@yahoo.com.mx

Hoy por la mañana y después de escribir mis 10 pensamientos cotidianos en las redes sociales, recordé ese breve espacio de mi vida que transcurrió durante mi infancia.

Un espacio lleno de recuerdos, de largas tardes de verano en casa de mi abuela paterna, siempre acompañado de mis hermanas, primos, Tías y mi madre.

Durante ese espacio de tiempo, acostumbraba charlas largas horas con mi abuela Elena, una mujer sabia y llena de historias que contar, de mi familia, de sus ancestros, de ese pasado glorioso de mi México querido y de mil cosas más.

Mujer de libros, pareciera que ellos (los libros) fueran su refugio anta tanta calamidad que la vida le presentó a lo largo de su vida, perder a tres hijos y a mi abuelo la llevaron ahí, a esconder sus penas en la lectura y poder con ello platicarle a su nietos historias que no fueran las de ella y que dado el caso contaba desde su perspectiva de una mujer de entrega y trabajo.

Mi abuela Elena no fue una mujer de grandes abrazos o besos, seria fue, pero con gran corazón y mucho, mucho amor por la vida hasta que cansada de tanta vida decidió partir a viajar a otros mundos a sus 101 años.

Todo lo sabía, tanto así que siempre la vi con una martillo y escalera en la mano o una cuchara y la sartén, cocinando y horneando como ella solo sabía hacerlo, fue una gran cocinera verdad de Dios, siempre había algo para saciar el hambre de quién llegara de visita

Hoy la recordé al pensar en ese breve espacio de tiempo de mi vida, haciendo cosas, siempre ocupada o viajando por este México que fue su pasión. Me llevó con ella una vez, a recorrer todo el sureste de este gran País, sabia como era dio cátedra a cuanto guía de turistas pretendiera enseñarnos algo, conocía la historia como pocas personas y así, entre ruinas, edificios, castillos, pirámides y palacios me enseñó tantas cosas que jamás hubiera aprendido yo en las escuelas.

Pero algo que me dejó grabado en mi alma para siempre, fueron sus recuerdos, llenos de nombres, apellidos y antepasados, conocía sus orígenes y su largo árbol genealógico y eso fue uno de sus grandes orgullos.

Esposa y viuda de un gran hombre (Don Salvador Castro Lara), amigo del General Agustín Olachea, a quien conoció allá por los años 40tas, y quién lo invitó a fundar Los Planes, ahí mi abuelo Salvador construyó su casa y el primer rancho en esa población, amén de un gran taller de torno y distribuidora de piezas, tractores, accesorios e implementos agrícolas en la ciudad de La Paz.

Si, en ese breve espacio de tiempo de mi vida fui feliz, lo sigo siendo gracias a todas las enseñanzas para la vida que me heredaron mi abuela y mis padres, fui feliz porque crecí en una familia llena de valores, educación y respeto, que nunca se quejó y asumieron su parte en la historia y creyeron en este jirón de la Patria, dejaron aquí sus huesos y hoy los recuerdo

Nos leemos más adelante …