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domingo, 30 de junio de 2013

Frenar delincuencia y violencia, tarea de todos

Por Raymundo León Verde

La ola de robos en el estado y la localización de fosas clandestinas en la zona sur de la ciudad de La Paz los días 9 y 10 de junio con siete cadáveres de personas reportadas como desaparecidas, obligan a las autoridades ligadas a la seguridad pública de Baja California Sur y no sólo de la capital del estado a cerrar filas para poner freno a la delincuencia organizada y a la no organizada.
No se trata de echarse la bolita entre instituciones y corporaciones por cuestiones de competencia, sino de sumar esfuerzos y coordinarse mejor para ponerles un alto a los amantes de lo ajeno y evitar la proliferación de la violencia como forma de operar contra los ciudadanos y ni siquiera entre los propios delincuentes.
Y cuando hablamos de instituciones y corporaciones no sólo nos referimos a las policías municipal, estatal y federal, a las preventivas y a las encargadas de las investigaciones, no, el problema también involucra a los legisladores federales y locales, así como al poder judicial, pues muchos de los delincuentes son reincidentes y roban una y otra vez porque una ley o la interpretación de una ley les permite ser liberados, luego de haber sido detenidos por las autoridades.
Llama la atención la juventud del detenido como presunto responsable de la muerte de las siete personas encontradas en las fosas, apenas 20 años de edad, así como de las víctimas, al menos cuatro de ellas con antecedentes penales, según informes de la Procuraduría General de Justicia del Estado, las cuales al parecer conocían y convivían con su victimario.
Aunque toca a las autoridades dilucidar el móvil de este atroz crimen que ha conmocionado a la población paceña, porque es inexorable la presunción de que hay otras personas involucradas en los asesinatos como autoras intelectuales y que las muertes podrían estar ligadas al narcotráfico por la manera como se llevaron a cabo, con disparos en la cabeza, corresponde a toda la sociedad reflexionar y actuar en serio sobre el tema de educación y valores, pues los jóvenes con pocos principios resultan fácil presa de la delincuencia y carne de cañón para el crimen organizado.
El gobierno por su parte, en sus tres niveles, también debe generar las condiciones propicias para alejar a la juventud y a los ciudadanos en general de la delincuencia creando más espacios para la recreación y convivencia sana, sí, pero también impulsando oportunidades de empleo bien remunerados, que es algo en lo que los ambientalistas radicales deben reflexionar. Oponerse a todo desarrollo industrial, agrícola o turístico, con argumentos sesgados para garantizar una forma de supervivencia económica personal o grupal, sólo desalienta inversiones y violenta sociedades.
La Paz y Los Cabos están creciendo a pasos agigantados en población, eso demanda más servicios, más educación, más salud,  más actividades culturales, deportivas y recreativas, y más empleos. El problema de la delincuencia no es un asunto de policías y ladrones, es multifactorial, y conforme crecen las sociedades el riesgo de que una parte de ellas se descomponga y se salga de orden aumenta, por eso es importante, fundamental, que al mismo tiempo que se fortalezcan las instituciones y corporaciones ligadas a la seguridad pública, los poderes legislativo y judicial, así como el gobierno y la sociedad en general pongan la parte que les corresponde.
Por un lado, nos asombramos de la violencia que existe en otras partes de México y que hoy nos tocó vivir en La Paz, pero por el otro hay serias deficiencias en el alumbrado público, sobre todo en la zona sur de la ciudad donde fueron encontradas las fosas, se dan permisos para la instalación de tiendas dedicadas a la venta de bebidas alcóholicas a diestra y siniestra, la vigilancia policiaca es insuficiente o ineficaz, tenemos leyes laxas, un sistema judicial que peca de considerado con los delincuentes frecuentemente, una enseñanza pública en la que los valores cívicos se han perdido cada vez más, padres de familia poco responsables de sus hijos, falta de empleo, y una anticultura que de forma bochornosa elogia narcotraficantes con canciones y hasta los vuelve santos.
Así que la tarea de frenar la delincuencia y la violencia que puede generar como ya lo hemos visto, es de todos, y estamos a tiempo de hacerlo, porque hoy aquí todavía tenemos capacidad de asombro, misma que ya se perdió en otras regiones del país, de manera lamentable.


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