Por Raymundo León Verde
La ola
de robos en el estado y la localización de fosas clandestinas en la zona sur de
la ciudad de La Paz los días 9 y 10 de junio con siete cadáveres de personas
reportadas como desaparecidas, obligan a las autoridades ligadas a la seguridad
pública de Baja California Sur y no sólo de la capital del estado a cerrar
filas para poner freno a la delincuencia organizada y a la no organizada.
No se
trata de echarse la bolita entre instituciones y corporaciones por cuestiones
de competencia, sino de sumar esfuerzos y coordinarse mejor para ponerles un
alto a los amantes de lo ajeno y evitar la proliferación de la violencia como
forma de operar contra los ciudadanos y ni siquiera entre los propios
delincuentes.
Y
cuando hablamos de instituciones y corporaciones no sólo nos referimos a las
policías municipal, estatal y federal, a las preventivas y a las encargadas de
las investigaciones, no, el problema también involucra a los legisladores
federales y locales, así como al poder judicial, pues muchos de los
delincuentes son reincidentes y roban una y otra vez porque una ley o la
interpretación de una ley les permite ser liberados, luego de haber sido
detenidos por las autoridades.
Llama
la atención la juventud del detenido como presunto responsable de la muerte de
las siete personas encontradas en las fosas, apenas 20 años de edad, así como
de las víctimas, al menos cuatro de ellas con antecedentes penales, según
informes de la Procuraduría General de Justicia del Estado, las cuales al
parecer conocían y convivían con su victimario.
Aunque
toca a las autoridades dilucidar el móvil de este atroz crimen que ha
conmocionado a la población paceña, porque es inexorable la presunción de que
hay otras personas involucradas en los asesinatos como autoras intelectuales y
que las muertes podrían estar ligadas al narcotráfico por la manera como se
llevaron a cabo, con disparos en la cabeza, corresponde a toda la sociedad
reflexionar y actuar en serio sobre el tema de educación y valores, pues los
jóvenes con pocos principios resultan fácil presa de la delincuencia y carne de
cañón para el crimen organizado.
El
gobierno por su parte, en sus tres niveles, también debe generar las
condiciones propicias para alejar a la juventud y a los ciudadanos en general
de la delincuencia creando más espacios para la recreación y convivencia sana,
sí, pero también impulsando oportunidades de empleo bien remunerados, que es
algo en lo que los ambientalistas radicales deben reflexionar. Oponerse a todo
desarrollo industrial, agrícola o turístico, con argumentos sesgados para
garantizar una forma de supervivencia económica personal o grupal, sólo
desalienta inversiones y violenta sociedades.
La Paz
y Los Cabos están creciendo a pasos agigantados en población, eso demanda más
servicios, más educación, más salud, más
actividades culturales, deportivas y recreativas, y más empleos. El problema de
la delincuencia no es un asunto de policías y ladrones, es multifactorial, y
conforme crecen las sociedades el riesgo de que una parte de ellas se
descomponga y se salga de orden aumenta, por eso es importante, fundamental,
que al mismo tiempo que se fortalezcan las instituciones y corporaciones
ligadas a la seguridad pública, los poderes legislativo y judicial, así como el
gobierno y la sociedad en general pongan la parte que les corresponde.
Por un
lado, nos asombramos de la violencia que existe en otras partes de México y que
hoy nos tocó vivir en La Paz, pero por el otro hay serias deficiencias en el
alumbrado público, sobre todo en la zona sur de la ciudad donde fueron
encontradas las fosas, se dan permisos para la instalación de tiendas dedicadas
a la venta de bebidas alcóholicas a diestra y siniestra, la vigilancia
policiaca es insuficiente o ineficaz, tenemos leyes laxas, un sistema judicial
que peca de considerado con los delincuentes frecuentemente, una enseñanza
pública en la que los valores cívicos se han perdido cada vez más, padres de
familia poco responsables de sus hijos, falta de empleo, y una anticultura que
de forma bochornosa elogia narcotraficantes con canciones y hasta los vuelve
santos.
Así que
la tarea de frenar la delincuencia y la violencia que puede generar como ya lo
hemos visto, es de todos, y estamos a tiempo de hacerlo, porque hoy aquí
todavía tenemos capacidad de asombro, misma que ya se perdió en otras regiones
del país, de manera lamentable.
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