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martes, 18 de septiembre de 2012

Mexicanidad: ¿Naces o te haces mexicano?


Por Raymundo León Verde

      Según el artículo 30 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos la nacionalidad mexicana se adquiere por nacimiento o por naturalización.
Mexicanos por nacimiento son los que nacen en territorio nacional sea cual fuere la nacionalidad de sus padres, los que nacen en el extranjero, hijos de padres mexicanos nacidos en territorio nacional, de padre mexicano nacido en territorio nacional o de madre mexicana nacida en territorio nacional.

      Los que nacen en el extranjero, hijo de padres mexicanos por naturalización, de padre mexicano por naturalización o de madre mexicana por naturalización, y los que nacen a bordo de embarcaciones o aeronaves mexicanas sean de guerra o mercantes.

      Mexicanos por naturalización son los extranjeros que obtengan de la Secretaría de Relaciones Exteriores la carta correspondiente y la mujer o varón extranjeros que contraigan matrimonio con varón o con mujer mexicanos que tengan o establezcan su domicilio dentro del territorio nacional.

      Sin embargo, la mexicanidad no se determina por decreto, esa es una condición más compleja, es una identidad que se va forjando con el tiempo, en el hogar, la escuela, el trabajo, la calle.

     La mexicanidad son nuestras costumbres, nuestros alimentos, nuestras relaciones humanas, nuestros juegos, nuestra forma de ver la vida, lo que nos hace diferentes a los habitantes de otros países.

      Cierto es que somos un mosaico de culturas, algunas indígenas y otras mestizas fruto de la colonización española y en menor medida de las intervenciones estadounidense, francesa y ahora mismo de la globalización que han entorpecido a lo largo de la historia la mexicanidad, pero que al final no han roto con la cohesión que se tiene desde hace más de cien años con todo y las luchas intestinas por el poder político.

      Hoy la globalización y con ella la transculturización representan una seria amenaza para el nacionalismo y la mexicanidad, por lo que es fundamental ir al reencuentro de todo aquello que nos identifica como mexicanos además del origen y el territorio.

      Es penoso cómo muchos jóvenes desconocen aspectos elementales de la historia de México, del pasado prehispánico, de la colonia, la independencia, de los líderes que iniciaron la revuelta que culminó con la creación de un nuevo país, de los desencuentros entre conservadores y liberales durante todo el siglo XIX, de la pérdida de territorio frente a los Estados Unidos, del fracaso de la invasión francesa a México, del periodo reformista, la Revolución y la historia contemporánea.

      Ni hablar de fechas, nombres y lugares de una historia que se remonta a los mayas, los olmecas y los teotihuacanos, vamos muchos ni siquiera pueden pronunciar con propiedad y menos enjundia el himno nacional mexicano, ni el significado de la bandera o el escudo nacional.

      Empero nuestras flamantes autoridades en turno también han contribuido a ello difundiendo la historia según sus intereses. Curiosamente se festeja el inicio de la guerra de independencia que no comenzó como tal y no se recuerda o se hace muy poco de su culminación con la entrada del ejército trigarante a la ciudad de México, refundiendo en el olvido a personajes como Agustín de Iturbide o se satanizan como a Porfirio Díaz, elemento fundamental  en la batalla del 5 de Mayo contra los franceses.

      Peor aún, se eliminan de un plumazo las materias de educación cívica y de historia de las escuelas de educación básica y hasta se mutila el escudo nacional como en el periodo de Vicente Fox.

      Hoy por pragmatismo cada vez se generaliza más el mal uso del castellano y ni qué decir de su escritura, pues ahora con el pretexto del facebook hasta los periodistas que se supone deben privilegiar el correcto empleo de su principal instrumento de trabajo, la palabra, balbucean, cercenan, tergiversan y destruyen el idioma.

      Por otro lado, se exacerba el malinchismo en muchas regiones del país, en especial en la zona fronteriza con Estados Unidos o en los lugares turísticos donde el idioma y la moneda oficial parecen el inglés y el dólar. Indumentarias francamente ridículas son usadas por mexicanos provenientes de diversos estados del país con el afán de imitar a los extrafalarios artistas norteamericanos y comidas extrañas hasta ayer como la china y la japonesa ahora parecen dar el toque de mundo a muchos hijos del barrio y de las comunidades rurales.

      Ante ello se hace necesario revitalizar nuestra mexicanidad, enalteciendo la identidad de nuestra patria, del México que es y será el hogar que nosotros queremos que sea en la medida que realmente nos reconozcamos como mexicanos, evitemos la discriminación, sobrepongamos la visión de país a la de los regionalismos, seamos más solidarios, más unidos, y logremos mejores gobiernos, que vean por todos y distribuyan la riqueza de una forma más justa y equitativa.

      Hoy no necesitamos una guerra que ponga a prueba nuestra mexicanidad como lo hizo en Mulegé, Baja California Sur, Manuel Pineda, en defensa del territorio nacional ante la invasión estadunidense. Los retos ahí están en un mundo competitivo, en el que las sociedades más sólidas y unidas son siempre las que salen adelante.

Mexicanidad es lo que sentimos y podemos hacer por México.