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martes, 7 de agosto de 2012

Carta a esos blogueros y tuiteros progres expertos en mentadas




@FedericoArreola
FEDERICO ARREOLA
mar 7 ago 2012
Se suponía que el insulto, como método de argumentación, lo monopolizaba la derecha. Ya no es así. En el México actual los izquierdistas, sobre todo los que más apasionadamente apoyan a Andrés Manuel López Obrador (ni hablar, la verdad hay que decirla), han decidido “debatir” con puras mentadas de madre.
Hay ya demasiados blogueros y tuiteros progresistas, de algún modo hay que llamarlos, especializados en insultar a sus adversarios políticos. Son tantos. Existen para todos los gustos. Chillones, elegantes, enmascarados, mendicantes, intelectuales…
Piensan tales personajes, ingenuamente desde luego, que serán exitosos en la industria de la comunicación con la siguiente fórmula: Si insulto, llamo la atención; si llamo la atención, mi sitio de internet tendrá lectores, y si consigo llegar a los 20 mil lectores (no pasan de esa cantidad al día), puedo vender publicidad o vivir de dádivas de cualquier tipo.
Es una fórmula que no da resultados. Para empezar, 20 mil lectores no son atractivos para un anunciante; y, además, esos 20 mil lectores que un sitio especializado en el insulto llega a tener, como máximo, en los momentos culminantes de las campañas electorales o de las protestas, en cuanto la vida política vuelve a la normalidad (lo que ocurre muy rápidamente) disminuyen en forma notable día a día.
Por otra parte, en los medios vender publicidad depende de contar con lectores (insisto, 20 mil no bastan, se necesitan muchos más), pero sobre todo se trata de un proceso de relaciones públicas y marketing que no es posible desarrollar en un sitio de internet que basa su “éxito” en insultos. Nada espanta más a un anunciante que la ofensa como argumento.
No suele haber filósofos entre los compradores de publicidad, pero sí gente sensata que espera de un periodista que si está en desacuerdo con otra persona muestre datos o tesis bien elaboradas para demostrar que tiene razón en el debate, nunca insultos que solo sirven, si sirven de algo, para el desahogo del que los emite.
Vicenç Navarro dijo, y tiene razón, que “en una democracia, los datos y argumentos no deben sustituirse por insultos”.
Hace tiempo leí en El País, un artículo de Juan Cruz sobre el insulto. Lo sintetizo para los blogueros y tuiteros que se sienten realizados cuando mientan madres:
1.- El insulto “es el asunto más viejo del mundo. El insulto es una forma de vida, nos acompaña, de una o de otra forma, desde la infancia, y es también como el agua, se cuela por cualquier rendija. Es agua sucia”
2.-  “El insulto es una forma del chantaje; acaso la más evidente o grosera, la más difícil de contrarrestar porque establece una diferencia radical entre quien insulta y quien es insultado, si éste no quiere bajar a las arenas enfangadas del que profiere el insulto”.
3.- “El que insulta establece sus reglas; ataca al otro, lo acorrala con la pestilencia de su aliento y lo convierte, en ese rincón, en un ciudadano indefenso. A no ser que el ciudadano levante la voz y utilice la fuerza u otros argumentos. ¿Otros argumentos? Los argumentos no sirven; el objeto del chantaje es, precisamente, convertir en inservibles los argumentos”.
4.- “Frente al chantajista que insulta, ¿de qué vale la información, la respuesta del otro? El nacimiento del insulto tiene el propósito de ningunear al otro, de destrozarlo con sus descalificaciones; el insulto es, en puridad, un fusilamiento. Se trata de noquear al adversario, de tirarlo al suelo, de humillarlo en la vía pública. ¿Qué se puede hacer frente a eso? ¿Luchar con las mismas armas? Lo que decían mis interlocutores es que tiene tanto poder en la vida común en este momento el insulto que ya se han desvanecido las fronteras y el público se toma el insulto como un argumento más”.
4.- “El insulto es una mala arte, es decir, una artimaña; coloca al otro en una situación imposible”.
5.- “¿Qué hacer? Lledó aconsejaba educación, lectura, sosiego, entendimiento. ¿Y eso cómo lo vas a lograr en medio del griterío? Con paciencia, dijo, con paciencia. La estrategia del insulto es, precisamente, que el otro pierda la paciencia”.
En fin, no debemos perder la paciencia. Los blogueros y tuiteros mentadores de madres ya madurarán. ¿Y si no maduran? Terminarán en la irrelevancia. Porque el insulto es tan sencillo que los competidores sobran. Y como ya son tantos, ninguno de ellos tiene en realidad importancia.

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