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viernes, 30 de septiembre de 2011

El Ciclón Liza.- Oscar Arvizu y Mary Nogales

sábado, 24 de septiembre de 2011

CUANDO VAYAN MAL LAS COSAS

-Rudyard Kipling

Cuando vayan mal las cosas
como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino
sólo cuestas que subir,
cuando tengas mucho haber
pero mucho que pagar,
y precises sonreír
aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes
pero nunca desistir.
Tras las sombras de la duda,
ya plateadas ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia
figurarse cuan cercano,
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano,
lucha, pues por más que en la
brega tengas que sufrir.
¡Cuando todo esté peor,
más debemos insistir!
Si en la lucha el destino te derriba,
si todo en tu camino es cuesta arriba,
si tu sonrisa es ansia satisfecha,
si hay faena excesiva y vil cosecha,
si a tu caudal se contraponen diques,
Date una tregua, ¡pero no claudiques!
"Porque en esta vida nada es definitivo, toma en cuenta que: todo pasa, todo llega y todo vuelve"

jueves, 22 de septiembre de 2011

Una amistad sin fronteras

La Paz Baja California Sur, México


Por: Salvador Castro Iglesias

Correo electrónico: salcasis@yahoo.com.mx

            La semana pasada tuve por fin la oportunidad pospuesta durante mucho tiempo, de tomarme un breve descanso en mi atareado pero satisfactorio trabajo, que así como me llena de vida y alegría, también con el paso del tiempo llega a ser desgastante y pesado.

  Pero en fin, no quisiera atiborrarlos de quejas y lamentos y mejor paso a comentarles la experiencia de haber conocido durante 5 días, a unas personitas que aunque pareciera increíble, han antepuesto la amistad contra dimes y diretes, abusos físicos en contra de ellas, penas, sinsabores, alegrías y todas aquellas cosas que tiene la vida diaria.


            Me refiero a un grupo de hombres y mujeres de la bella Ciudad de Sahuayo, allá por los rumbos de Michoacán, que por mil y una razones siempre quise conocer y que por fin se me concedió la dicha de visitar.


            Esas personas no crean ustedes que son Políticos ni gentes de grandes recursos económicos; tampoco son grandes eruditos en las ciencias ni en las artes, solo son personas que así como usted y yo, hacen lo posible por llevar adelante sus vidas con amor, pasión, alegría, muy a pesar de las desventuras que les pasan en muchos tramos de sus caminos.

    Una de las razones que me llevó a tomar la decisión de ir a Sahuayo, fue en primer lugar visitar a una gran mujer que ha tocado mi corazón y que espero muy pronto podamos rehacer nuestras vidas juntos, ella es Gloria. Una chica rozagante, alegra y llena de vida, a la que por azares del destino, Dios le ha dado muchos pesares pero que no se arrienda ante ellos, y le mete tanto gusto a su vivir que contagia a quienes tienen la dicha de ser parte de su grupo de amistades.


            El día en que llegué, ya estaban esperándome dos de sus amigas, Lucila y Luz quienes con una gran sonrisa me recibieron como si me conocieran de tiempo atrás y que de entrada hicieron me sintiera como en casa.


 Ese par de chicas tienen una cantidad de alegría y felicidad que hacen que uno olvide las penas y cansancio y vuelva a creer que en verdad la amistad es un rio de innegable amor por la vida.


 Más tarde fueron haciendo acto de presencia Malú, Rosy, Angélica, Ismael (esposo de Luz), Sandra y su novio Salvador, Clementina y su esposo, Tere y su prometido, cargando todos ellos con algún platillo, botana y botellas de licor, y a darle que es mole de olla; pasamos a platicar, contar anécdotas, chistes y vivencias, así como las penas y alegría que ese grupo de amigos de verdad, han tenido a lo largo de sus vidas.


   Pero lo que en realidad quiero contarles, es que existen momentos en nuestras vidas, en que sentimos que ya no damos más y las penas comienzan a anidar en nuestras almas; sin embargo Dios (como yo lo concibo), nos manda a sus ángeles o mensajeros disfrazados de amigos para que nos acompañen en ese trayecto, y con su amor nos ofrezcan sus hombros para recostarnos y poder así volver a levantarnos y seguir adelante.


            Pocas, muy pocas veces he visto tantas pruebas de amor por otro ser humano, mi chica Gloria fue literalmente apabullada y aplastada por el cariño de sus amigas y amigos, lo que da muestra que no importa lo mal que nos vaya, siempre habrá un mensajero de Dios para aliviar nuestras penas.


            Así, desde este pedazo de mi tierra Baja Californiana les envío toda mi gratitud a todos ellos, agradeciéndoles por siempre su amistad sin condiciones, su amor por la vida, su honestidad y sobre todo el que estén con su amiga Gloria, en estos momentos en que más los necesita y también mi gratitud por ofrecerme su amistad, cosa que no solo agradezco, atesoro en todo lo que vale.



            “Los amigos son ángeles que se levantan cuando tus alas han olvidado como volar.” …Anónimo




sábado, 10 de septiembre de 2011

YO NO CULPO A CALDERÓN

Por Carlos Eduardo Díaz
El ataque al casino en Monterrey no fue la gota que derramó el vaso. El vaso se derramó hace mucho tiempo. Este hecho ha sobrepasado incluso al crimen organizado. No es desproporcionado hablar ya de terrorismo. Jamás en la historia de nuestro país un ataque había dejado tantos muertos; jamás se había realizado un atentado contra la población en general con tanta saña.

Nuestro vaso está plenamente desbordado, al igual que el Estado Mexicano. A estas alturas es torpe, ocioso y estúpido señalar a un único culpable. Pero en México señalar a otros y lavarse las manos es el pasatiempo nacional. “Calderón, asesino”. “Muera el espurio”. “Gobierno represor, cobarde, inútil”. “Tenemos un borracho en Los Pinos”. “Que el presidente legítimo asuma el control ya”.

Todas estas frases, vacías por naturaleza, poseen cierta lógica: muestran el miedo, la impotencia, la ignorancia, el asumirse inocentes y culpar a otro, quien sea, de nuestros males. Como si decapitando al presidente Calderón nuestro país se llenara de colores. Como si él fuera la gran bruja que mantiene un perverso hechizo sobre todos los pobladores, o como si fuera él, personalmente él, quien dispara, secuestra, viola, asesina, decapita, incendia, envenena.

Yo no culpo a Calderón. Es el presidente, y siempre tendrá responsabilidad. Tal vez la mayor responsabilidad en todo esto. Pero yo no lo culpo a él. Él tiene cinco años en la Presidencia, pero los mexicanos tenemos más de 200 años de ser como somos: de estar empeñados en destruirnos mutuamente.

La independencia fue una guerra entre iguales: criollos y peninsulares. ¿Cuál era la diferencia sustancial entre ellos? Ninguna en realidad. Uno nacidos en España, otros, españoles nacidos en estas tierras. La revolución es un ejemplo más: mexicanos contra mexicanos, títeres todos de algunos caciques que tanto anhelaban el poder que se lo arrebataban a balazos. Lo mismo sucedió en la guerra de Reforma, y con el movimiento cristero, y con la guerra sucia, y con tantos y lamentables pasajes de nuestra historia... hasta hoy, cuando, de nueva cuenta, los mexicanos, de la manera más estúpida y sin sentido, nos asesinamos los unos a los otros sin otro motivo más que por nuestra estupidez genética.

Calderón tiene responsabilidad, y su guerra carece de resultados y de estrategias. Pero no podía quedarse con los brazos cruzados viendo cómo los cárteles despedazaban el país para repartirse o arrebatarse los pedazos. Yo no culpo a Calderón. Nos culpo a nosotros, a los mexicanos, que durante toda nuestra historia, y ahora en especial, hemos hecho de los ilícitos la manera normal de vivir y relacionarnos.

La mordida, la tranza, la piratería, el alcohol adulterado, conducir un auto como verdaderos estúpidos, estacionarnos en lugares prohibidos, festejar cuando alguien más burla las leyes (ahí está el reciente caso de las “ladies de Polanco”), sobornar al maestro, al dependiente de alguna tienda para que nos venda alcohol cuando no está permitido o cigarros si somos menores de edad, el graffiti que tapiza las ciudades, robarnos lo que podemos (si no, nuestras casas no estarían absolutamente enrejadas), entrar al juego perverso y corrupto de los verificentros, presumir de que somos intocables, influyentes, de que conocemos a un amigo que conoce a otro amigo, tirar basura en las calles, y no sólo me refiero a una colilla de cigarro o un papel: sillones en la vía pública, bolsas enormes de basura podrida; acaparar la calle porque creemos que es nuestra propiedad particular…

Decenas de nuestras conductas diarias, que nos parecen normales, son ilícitas. Simple y llanamente, delitos. Estamos demasiado acostumbrados a vivir de esta manera, a destruir la belleza, a escupir a quien demuestra educación, a insultar al que consideramos inferior, a humillar para no ser humillados, a ser prepotentes y necios, incultos y dañinos con quienes son o piensan diferente. Festejamos cuando un niño comienza a decir sus primeras malas palabras y lo animamos a que las diga en público como si fuera una gracia. Preferimos ver un partido de fútbol que leer el periódico; una telenovela que adentrarnos en un libro. Es más sencillo ser imbécil que ser recto. Por eso los primeros abundan y los segundos son pisoteados.

Yo no culpo a Calderón. Tiene responsabilidad, y mucha, pero durante toda nuestra historia nosotros mismos hemos cavado nuestra tumba. Y en todo caso, ¿por qué Calderón y no el PRI, que por 72 años fue simplemente “EL PRI” intocable, corrupto y todopoderoso? Si nuestras generaciones actuales se educaron bajo su sombra.

No. No se trata de señalar ni buscar culpables. Se trata de darnos cuenta qué tan hondo hemos escarbado para darnos cuenta qué tan bajo hemos caído.

Los que venden drogas son los responsables. Pero también quienes las consumen. Quienes saben que sus amigos o familiares las consumen. Quienes saben que un conocido suyo es adicto y para pagar su adicción tiene que asaltar. Y quienes saben que un conocido suyo las vende, y por eso tiene dinero.

Si somos más los buenos que los malos, ¿por qué el país se viene abajo cada día más? Si somos más los mexicanos buenos que los malos, ¿por qué no hemos hecho absolutamente nada para solucionar nuestra miserable situación? ¿Y por qué, cuando alguien, como Javier Sicilia, da la cara y se compromete a querer cambiar las cosas, se le ataca, se le critica, se le insulta, se le señala… y no se hace otra cosa más que hablar, hablar y hablar? Somos dañinos, somos corrosivos, no soportamos que los demás tengan razón o sobresalgan. Estamos resentidos. Nos atacamos sin sentido. Si atacamos a los otros incluso con insultos y con estupideces, no podemos esperar amabilidad mutua cuando alguien nos pone un arma en las manos: somos violentos por naturaleza, imbéciles sin buena voluntad, nos odiamos porque nos odiamos a nosotros mismos.

Yo no culpo a Calderón. Calderón no es diferente a López Obrador, a Peña Nieto, a Marcelo Ebrard. Creer que alguien llegará para llevarnos de la mano al país de las maravillas es ciego y falso. Es creer discursos maniqueos de presidentes legítimos y espurios. Este país no será diferente mientras no dejemos de ser como hemos sido durante al menos los últimos 200 años.

Yo no culpo al presidente Calderón. Nos culpo a nosotros, a los mexicanos, por disfrutar como disfrutamos de vivir entre la mierda